Hoy en día, vivimos en una época en la que muchas veces nos olvidamos de conectar con la naturaleza. Nos mantenemos muy cómodos y ensimismados debido a la tecnología y al internet, y nos volvemos locos cuando nos quedamos sin acceso a nuestros aparatos electrónicos.
Sin embargo, el contacto con la naturaleza es bueno para el cuerpo y es alimento para el alma. Poder desconectar y reconectar con la naturaleza te ayuda a recargar energía y encontrarte contigo mismo. Por eso, una mujer se tomó el gran trabajo de transformar un espacio de tierra estéril en una granja llena de vida, con sus propias manos y sin ayuda de nadie.
La granja, un centro de biodiversidad.
El espacio en cuestión se encuentra ubicado en India, y hoy se pueden encontrar numerosas especies de animales, aves e insectos. Lo mejor de todo es que no hay ni rastro de ningún tipo de contaminación ambiental.
La granja en realidad es un proyecto de la Fundación Ecológica Protecterra (PEF), se encuentra gestionado por Pooja Bhale, bióloga conservacionista que define el lugar como un retiro en donde cada persona puede disfrutar y conectar con la naturaleza en su máxima expresión.
No solo sirve para pasar un rato lejos del ajetreo y los ruidos de la ciudad, sino que también cuenta con varios programas experimentales para que las personas se suscriban y participen.
Pero quien pensaría que antes de esto, la granja no era mas que un terreno baldío y estéril, propiedad de la familia de Pooja. Pero la joven muestra que con pasión y determinación todo se puede lograr. “Como bióloga conservacionista, siempre había sido consciente del medio ambiente, pero no tenía ni idea por dónde empezar. Fue la pregunta de un estudiante de la escuela durante una sesión de educación ambiental que probablemente cambió el curso de mi vida”, dice Pooja, quien vivió en el Reino Unido durante seis años antes de mudarse a la India.
La construcción de la granja.
A Pooja le tomó cinco años realizar lo que hoy se conoce como La Granja. Ese espacio baldío y estéril, hoy se encuentra transformado en un espacio de carbono negativo con pocas cabañas y estructuras rudimentarias que se han construido con cosas donadas o rescatadas de los desechos.
En la granja se encuentran más de mil árboles, bastantes cuerpos de agua cuidadosamente cuidados y sirve como abrevaderos para animales y aves. Practicando lo que cree, Pooja es una habitante de La Granja y comparte el espacio con 9 perros, 22 gatos y algunas cabras.
No cuenta con apoyo de ningún patrocinador corporativo ni ningún fideicomiso de financiación, pero Pooja se ha encargado de gestionar la expansión con mucha determinación y eficacia. “Toda la plantación, la excavación y el paisajismo se han logrado con la ayuda de voluntarios. Cada estructura en The Farm está hecha de cosas que han sido donadas por personas o recogidas de los depósitos de chatarra. Desde botellas de cerveza usadas hasta neumáticos de goma, aquí se ha utilizado todo”, se ríe Pooja
