En el Líbano, las playas vacías por la pandemia se llenan de tortugas marinas
Dicen que “no hay mal que por bien no venga”, y lo que acontece en las playas de Beirut parece corroborar lo que reza el refrán. En medio de una aguda crisis económica, el parate forzoso de actividades por la epidemia de COVID-19, y la devastación producto de las explosiones fatales en el puerto el 4 de agosto pasado, a las costas del Líbano arriban un importante número de distintas especies de tortugas marinas. Específicamente, se trata de las tortugas marinas verdes en peligro de extinción y de las tortugas bobas que llegaron a anidar en las costas vacías del país.
Mona Khalil, una conservacionista de 72 años, lucha activamente por evitar que fábricas y otras construcciones desembarquen en la playa de Al-Mansouri con la finalidad de preservar las condiciones naturales que favorecen el desarrollo de las tortugas. Khalil y voluntarios se encargan durante la temporada de anidación de relevar la cantidad de nidos, además de protegerlos de otros animales y de los humanos. Su tarea está cumplida cuando acompañan a las crías en su vuelta al mar. Gracias al trabajo de estas personas, Al-Mansouri se ha convertido en uno de los criaderos de tortugas más importantes del Líbano.
Según la experimentada conservacionista, este año se han contabilizado 16 nidos de tortugas bobas y 20, de tortugas verdes. Con respecto a esta última especie, agrega con entusiasmo: «¡Es increíble! No hemos tenido este número en dos décadas. Es realmente algo importante para el mundo y no solo para el Líbano».
Por otro lado, Ali Badreddine, consultor de un proyecto de conservación de tortugas marinas apoyado por el Ministerio de Medio Ambiente de Líbano, explica que han detectado un aumento generalizado de nidos en el resto de las playas de aquella nación. Proteger a las tortugas de la pesca, el avance inmobiliario en las áreas costeras y de la basura en el Mar Mediterráneo es un gran desafío, advierte Badreddine. La propia Khalil se enfrentó a la construcción del Palagio Beach Resort, pero a pesar de los esfuerzos por impedir la instalación de dicho club en la playa, no pudo contra la corrupción y los intereses financieros de algunos políticos.
La oposición a las construcciones en el territorio costero tiene su porqué: las tortugas madres que anidan requieren de la oscuridad para subir a la costa. Las crías se internan en el mar a la luz de la luna, sin embargo, las luces artificiales de los resorts las confunden provocando que corran por la playa en lugar de en dirección al agua. Teniendo en cuenta esta situación, la pandemia ha jugado sin querer un papel preponderante en el regreso de estos animales marinos, puesto que paralizó el funcionamiento de los clubes, y con ello, las luces desaparecieron temporalmente. Khalid reflexiona a este respecto: «Las tortugas tienen derecho a la playa. Tienen razón. Esta ha sido su playa durante los últimos 250 millones de años, mucho antes de que existieran los humanos». ¿Quiénes somos para echarlos? Solo piden una temporada corta para anidar. No entiendo por qué la gente no puede respetar esto. Este año fue un gran año, pero no tengo esperanzas para el futuro».
No solo en el Líbano se vio una recuperación de tortugas anidadoras, sino que también en Tailandia y Florida, el coronavirus propició la vuelta de las tortugas laúd en peligro de extinción.
En conclusión, el retiro de la gente de las costas a causa de la pandemia resultó beneficioso para la vida natural a nivel global, lo cual no es un hecho menor. Un suceso así debería exhortarnos a reflexionar sobre cuál está siendo nuestro rol en la preservación del planeta, y si es este el camino por el que deseamos continuar.
Fuente:
Imágen de portada: wamu.org
