Este “árbol milagroso” puede ayudar a combatir la Deforestación de una manera inesperada
Los árboles de este género, denominado «inga«, son capaces de fijar el nitrógeno atmosférico en el suelo, por lo que son de gran ayuda para mantener la fertilidad del suelo y disminuir o hasta detener la deforestación de la Amazonia al proporcionar fuentes de ingresos alternativas.
Un nuevo proyecto está buscando colaborar con pequeños agricultores en la Amazonia brasileña para que comiencen a plantar estos árboles que pueden ser la clave para un negocio rentable y una mejor calidad de vida.
El proyecto intenta convencer a los pequeños agricultores familiares de que no vendan sus tierras a empresas ganaderas o agroindustriales.
El género Inga contiene alrededor de 300 especies en América tropical, que se cree que evolucionaron en los últimos 2 millones de años. Se han encontrado artefactos en forma de vainas de semillas de Inga en Perú y en otros lugares que datan de miles de años y el árbol es una parte importante de la agroeconomía local. Los frutos son comestibles y forman parte de la dieta básica de los habitantes indígenas precolombinos del Perú. El árbol se ha utilizado como árbol de sombra para café, cacao y té en el pasado.
El científico también señaló que son plantas de crecimiento rápido y demandantes de luz que tienen la capacidad de competir exitosamente con vegetación secundaria o malezas.
Existen más de 300 especies dentro de este género y forma parte de la familia de las leguminosas, las plantas que fijan nitrógeno atmosférico en el suelo.
Dentro de las vainas, los frijoles están rodeados por una pulpa dulce y esponjosa que sabe a helado de vainilla (algunas variedades también pueden saber a canela). Aunque no se mantienen particularmente bien por mucho tiempo, se pueden comer directamente del árbol. ¡Crecen hasta longitudes increíbles, con algunas vainas individuales registradas en más de 2 metros
De acuerdo con Pennington, los cultivos plantados bajo estos árboles no necesitan mucho fertilizante gracias a que estas plantas no solo fijan nitrógeno, además, producen bastantes hojas que caen al suelo y funcionan como materia orgánica.
El profesor se ha dedicado ha estudiar estos árboles desde hace más de dos décadas y ahora es parte de una iniciativa que busca promover los beneficios de estos árboles a pequeños agricultores en el sur del bosque amazónico.
“Estas plantaciones benefician a la vida silvestre que podría usarlas como hábitats o como pasajes entre restos de bosque”, comentó Saulo de Souza, científico del Instituto Ouro Verde en Mato Grosso, estado donde está basado el proyecto.
Además, el científico explicó que esta iniciativa tiene un impacto ambiental positivo, dado que los árboles introducen coberturas en áreas de pastizal, aumentan la biodiversidad y reducen los peores efectos del cambio climático.
El objetivo de Pennington y su equipo es reducir el impacto ambiental de la deforestación del bosque más importante del mundo, al mismo tiempo de beneficiar a las comunidades locales con mayor seguridad alimentaria, mejores ingresos y mayor productividad de sus plantaciones.
Los árboles Inga pueden vivir hasta 30 años y crecer hasta más de 30 metros de altura. No comienzan a producir vainas hasta los 2-4 años, pero crecen notablemente rápido y pueden sobrevivir en suelos pobres.
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